jueves, febrero 24, 2005

Relato: El mal sueño de Juan Pablo

Este texto lo escribí en diciembre del año pasado, muy caliente cuando clausuraron la muestra de Ferrari.
Lo mandé al Rosario/12 y hasta lo que yo sé, no me lo publicaron. Cosas de la vida.
GDC

***Publicado en la lista RIMA y en Pont des Arts: 2 de febrero de 2005***

El mal sueño de Juan Pablo

El Papa, de vez en cuando se duerme; se duerme y lo acuna su trono de oro, oro de ladrones.
La noche del viernes 17, ya madrugada de Sábado en el Vaticano ( el día en que prohibieron la muestra de León Ferrari), Juan Pablo después de unos mistela, cae fundido. Muchas cosas le pesan en su espalda, en su miembro, en su cuerpo. Su enfermedad no es nada comparada con su conciencia.
Esa madrugada, Juan Pablo sueña: sueña su propia muerte. Se ve yaciendo entre las pompas de las cuales ya no gozará, ve los humitos negros y blancos de la votación de quién lo reemplazará, y ve, casi en technicolor, su ya bien postergado encuentro con el de arriba, con el Boss.
El Boss, ya cansado de todos los males de la tierra y sobre todo de aquellos realizados por quienes dicen obrar en su nombre, se hizo Budista. Así que Juan Pablo llega no al Paraíso, sino a las puertas del jardín Zen de Dios.
Allí está el Jefe con un rastrillo casi transparente, su larga barba blanca y una pelada brillante. El jefe rehace todos los días su jardín con la esperanza de que en el jardín terreno, el de allá abajo cambie en algo. Pero nada.
Juan Pablo se queda atónito. No puede creer lo que ve. Ya ni siquiera es Santo Tomás. Lo que ve no es lo que le contaron.
– ¿Vos qué te creías? ¿Que no me canso?, ¿que no me aburro de ustedes los mortales y las pelotudeces que hacen en mi nombre y en nombre de quien fuera mi hijo?
Juan Pablo sigue sin entender. El que creía haber visto todo ahora se despacha con esta noticia. Quiere volver, pero mira hacia atrás y se da cuenta que está en medio de un jardín de senderos que se bifurcan, una y otra vez.
Piensa desesperado: tengo que avisarle a Ratzinger, a Martino, a la Agrupación Custodia, a Panorama, a los de “Cristo Sacerdote”. Tengo que avisarles que aquello por lo que peleamos ya no existe.
– Y a vos ¿qué te trae por acá Karol?
– Sospecho que la muerte Padre.
– Ma qué padre, por mí sos huérfano. Te has mandado tantas pero tantas cagadas allá en la tierra. Esa tierra que creé con ganas de que fuera el reflejo del Edén.
– Recuerda Padre quién fue la que arruinó el Edén.
– ¡Ah no! No me vengas con eso. Y recordá que antes de Eva estuvo Lilith. Yo a las dos ya las perdoné.
Juan Pablo, al escuchar esas palabras, sufre un pequeño mareo. Trata de apoyarse en algo, pero no hay nada. En un jardín Zen, quién se puede sostener, se pregunta.
Ni corto ni perezoso, y viendo venir una sarta de mentiras, el Boss lo mira directamente a Juan Pablo y le pregunta:
– ¿Quiénes son esos para prohibir una muestra de arte? ¿Quién en mi nombre prohíbe una muestra de arte? Tú que has oficiado misas en una Capilla pintada por un homosexual, ¿cómo no has hecho nada para impedirle?
¿Quiénes son los que sostienen en mi nombre que nadie puede decidir sobre su cuerpo? ¿Quiénes son esos que en mi nombre torturan, matan y desaparecen gente? O bien bendicen a los perpetradores. Y ¿quiénes son y porqué no están condenados aquellos que abusan de chicos?
El mareo de Juan Pablo ya se había transformado en una especie de náusea ácida. Apenas pudo abrir la boca: - no sé Padre. No puedo estar en todas partes como vos.
– ¿Cómo? Eres “mi” representante en la Tierra y no puedes con todo? Y ¿qué estuviste haciendo todos estos años?
– Acompañando al ganado, no, perdón, digo: al rebaño.
– Mentira! Eres un mentiroso. Peor que la Serpiente. Peor que cualquiera de ellos y ellas allá abajo. Vuestro fundamentalismo va a acabar con mi creación.
– Padre, perdona, yo no sabía de todos estos cambios. Nunca me informaste.
– No es cuestión de información. Es cuestión de estar focalizado y repetir las palabras sagradas creyendo en ellas.
– Mirá Juan Pablo. Sé que estás cansado, que no entendés nada acá y que poco entendías allá abajo. Por eso creo que deberías volver por un tiempo.
– ¿Cómo? ¿Reencarnar? ¿Y la resurrección de la carne y la vida perdurable, Amén?
– Amén. Eso ya es tiempo pasado. Por eso creo que debés volver. Y debés volver de una manera que puedas comprender a los seres que más han estado ustedes maltratando: como una mujer.
– ¡Nooo!, gritó Juan Pablo.
– Sí. No sólo mujer. Volverás como lesbiana que es violada como castigo ejemplar y que debe abortar. Como no podés abortar de manera segura, ni vivir bien y visible con tu pareja, te transformarás en activista feminista, pero como algunas sospechan un pasado católico, te mirarán de reojo, hasta las propias Católicas por el Derecho a Decidir. Y deberás ir construyendo tu vida ayudando a las demás. Activando contra los más rancios fundamentalismos. Y así podrás (ja ja ja) ir articulando y viviendo con tus pares.
Así que hijo, vuelve. Vuelve a la tierra, sufre y aprende.

Martino se acerca al trono y ve a Juan Pablo sudado y babeado. Una botella de mistela sobre la mesa. Lo sacude. Intenta despertarlo. Juan Pablo abre de a poco los ojos y lo primero que dice, algo perdido: Sargento, alcánceme la píldora de cianuro. El enemigo está entre nosotros y al acecho.


Gabriela De Cicco

18 de diciembre de 2004

Si deseas reproducirlo en alguna publicación, por favor avísame en cual a este mail: gdecicco@gmail.com

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Gaby, qué flash !!!!
diana maffía

Anónimo dijo...

Gaby, me encantó! gracias por compartir tu bronca tan bien escrita
Un beso grande
Isabel Monzón

Anónimo dijo...

Me das permiso para reenviárselo a vari@s herejes!!!???
Gracias
Julia

Anónimo dijo...

Me das permiso para reenviárselo a vari@s herejes!!!???
Gracias
Julia

Gabby De Cicco dijo...

Quería agradecer los comentarios que me hicieron llegar sobre este texto:
Raquel Swi, Isa Monzón, Julia Ardón y Diana Maffia.

Un abrazo y gracias por sus palabras!

Gabby

Anónimo dijo...

Chicas, las agradecedoras y la agradecida, tomaremos sol desnudas sobre la
arena del jardincito zen ¿pero el de quién?
un abrazo
diana maffía

Unknown dijo...

Aig, jaja, qué bueno! Chica, pero qué amla idea tienes!! :D